viernes, 25 de marzo de 2011

Angelus Domini nuntiávit Mariae




La fiesta de la Anunciación del Señor, que celebramos hoy 25 de marzo, puede parecer que queda descuadrada dentro del amplio tiempo de Cuaresma. Y sin embargo viene a estar muy ligada al otro momento culminante de la historia como es el Calvario. María recibe al Hijo de Dios en su vientre y dice "Hágase". Ahí comienza la Historia de la Salvación que culminará con la Crucifixión y María a los pies de la cruz, sin pronunciar palabra pero diciendo "hágase", cuando recibe a la humanidad entera por hijos, en la persona del "discípulo amado" y luego cogiendo el cuerpo de Jesús muerto. Anunciación y Crucifixión. En ambos momentos María no entendió muy bien lo que pasaba. "¿Cómo será esto?", pero confió en Dios.

El arte ha sabido desarrollar versiones sobre como sería el momento que nos narra el evangelista Lucas. Múltiples son las pinturas, esculturas, forjas, relieves... sobe la Anunciación. En Orihuela tenemos varias muestras de este pasaje evangélico. Destacamos la reja de la Capilla Mayor de la Catedral, que este año está celebrando el V centenario de su nombramiento como tal. Una obra renacentista datada en el siglo XVI, hierro forjado y dorada al fuego. Su diseño fue gracias a Jerónimo Quijano, el maestro mayor de la diócesis de Cartagena, y elaborada por Andrés Savania, cerrajero de Borgoña.(Catálogo de la exposición "La Luz de las imágenes" Orihuela, 2003)





Tres escenas se recogen en esa rejería: La Anunciación, la explusión del paraíso y culminando todo el conjunto férreo la Crucifixión. De Nazaret al Calvario. Viene a resumir plásticamente y hacer recordar al hombre donde está y porqué. De la vida cómoda y feliz en el paraíso a la vida penosa y trabajosa de la tierra. Se cerraron las puertas del Cielo. Con María y la encarnación se vuelve abrir la esperanza. Con la muerte de Jesús en la cruz se salda la deuda. 1 Pedro 1:18-19 dice: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha"





María recibe en su vientre a Jesús en la Encarnación, cuando empeiza a vivir "carnalmente". Igualmente lo recibe tras su último aliento, muerto y descendido de la cruz. Así lo refleja nuestra imaginería pasionaria. Ntra. Sra. de los Dolores de Federico Coullaut-Valera, 1943.


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